Departamento Técnico de Bruno Vassari
La vid fue una de las primeras plantas cultivadas por los seres humanos, y ya en tiempo de los egipcios la utilizaban para decorar los templos con sus hojas.
La vid es originaria del Caspio, en Asia Menor, desde donde se fue extendiendo hacia el este y el oeste. Es una de las plantas cultivadas más antiguamente.
Actualmente, el cultivo del vino se concentra en zonas templadas de Europa, en el sur de Asia Central, en América del Sur, California, Australia y Nueva Zelanda.
La principales partes de la planta son utilizadas como remedios medicinales desde los tiempos antiguos. La medicina tradicional europea utiliza sus ramas para las enfermedades de la piel. Sus hojas tienen propiedades astringentes y hemoestáticas. Su fruto es refrescante, tónico y diurético.
Contra los radicales libres
Aunque el oxígeno es fundamental para la vida, también es el principal causante del envejecimiento. Los temibles radicales libres son especies muy reactivas que tienen su origen en el oxígeno. Estas moléculas pueden causar un extenso daño biológico, ya que son capaces de atacar a los lípidos de la membrana celular, las proteínas, como colágeno y elastina, o enzimas, provocando un mal funcionamiento de las vías metabólicas; y pueden atacar también moléculas de ADN, induciendo mutaciones genéticas que pueden ser precursoras de cáncer.
Nuestra piel tiene su propio sistema de defensa, pero a menudo no es suficiente, ya que las condiciones de vida actuales, con exceso de exposición solar, la polución, el tabaco, el estrés, etc., promueven la formación de estos radicales libres. Se realizaron estudios relacionados con el estrés oxidativo, y se observó que en poblaciones donde el vino es consumido regularmente hay menor incidencia de estos desórdenes.
La “paradoja francesa” es un ejemplo de las bondades del consumo moderado del vino. Aunque los franceses tienen una dieta muy rica en grasas saturadas, no muestran niveles altos de colesterol como correspondería, gracias a su consumo regular de vino; además, se encontraron en su sangre más factores capaces de defender contra el ataque de los radicales libres. La ingesta de vino también inhibe la formación de plaquetas, con lo que disminuye el riesgo de obstrucción arterial. También se ha demostrado que reduce los niveles de colesterol “malo” (lipoproteínas de baja densidad) e incrementa los niveles de colesterol “bueno” (lipoproteínas de alta densidad).
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